Las obras del Goldin Finance 117, considerado el rascacielos abandonado más alto del mundo, podrían reanudarse a principios de mayo de 2025, casi una década después de que se paralizaran. El edificio, ubicado en la ciudad portuaria de Tianjin, en el norte de China, fue iniciado en 2008 con la ambiciosa intención de convertirse en el rascacielos más alto de China. Sin embargo, diversos problemas financieros detuvieron su construcción.
Con 597 metros de altura y más de 115 pisos, el Goldin Finance 117 cuenta con “mega columnas” diseñadas para soportar fuertes vientos y terremotos. Según los arquitectos encargados del proyecto, P&T Group, la estructura iba a albergar oficinas y un hotel de cinco estrellas en las plantas superiores. No obstante, la caída de la bolsa china en 2015 afectó gravemente a la empresa promotora del proyecto, Goldin Properties Holding, con sede en Hong Kong. Actualmente, la empresa se encuentra en proceso de liquidación.
Aunque el uso futuro del Goldin Finance 117 aún es incierto, un nuevo permiso de construcción, al que tuvo acceso la CNN, sugiere que el proyecto podría retomar impulso. El permiso, con un valor contractual cercano a los 72,54 millones de euros, fue firmado por P&T Group y BGI Engineering Consultants. Sin embargo, parece indicar que la promotora de Sotung, el empresario detrás del proyecto, ha perdido su control sobre el edificio.
Este caso no es único, ya que el Goldin Finance 117 se suma a una creciente lista de rascacielos abandonados en ciudades chinas, lo que refleja las dificultades del sector inmobiliario del país. A mediados de abril, el Grupo Greenland también anunció la reanudación de la construcción de la Torre Greenland de Chengdu, otro rascacielos de 468 metros que había sido cancelado en 2023 debido a la crisis financiera de la promotora. Según expertos, estos movimientos parecen responder al deseo del gobierno chino de “estabilizar el mercado inmobiliario”.
El profesor de derecho Qiao Shitong, de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, opina que es probable que el gobierno haya invertido recursos públicos en estos proyectos, lo que podría permitir que se completen a tiempo, posiblemente para 2027. A pesar de que los rascacielos superaltos no siempre son rentables, Shitong señala que el gobierno los ve como indicadores para recuperar la confianza del público en el mercado.
Por su parte, el profesor de arquitectura Fei Chen, de la Universidad de Liverpool, argumenta que los incentivos para completar estos rascacielos también responden a la necesidad de mejorar la imagen urbana. Chen indica que los edificios incompletos son considerados un “monstruo” visual para las ciudades. No obstante, el experto advierte que este tipo de proyectos extravagantes no será la norma futura en el mercado inmobiliario chino, que continuará apostando por desarrollos más prácticos y sostenibles.