Dice el refrán que “más vale prevenir que lamentar”, sin embargo, todo apunta a que algunas autoridades regionales no conocen el dicho. Tal es así que, pese a la advertencia de la llegada del Fenómeno de El Niño Global, no se está usando el presupuesto asignado para la reducción de vulnerabilidad y atención de emergencias por desastres.
En ese sentido, en conjunto, los gobiernos regionales solo han desembolsado el 17.1% del presupuesto institucional modificado (PIM) que para este año supera los S/745.2 millones, según datos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) al 13 de junio de este año.
Lo más preocupante es que cuatro regiones del norte, Tumbes, Piura, Lambayeque y La Libertad no han gastado ni el 25%, y dos ni siquiera llegan al 10%, pese a que se encuentran dentro de las más vulnerables ante la posible llegada del fenómeno.
En el caso de Tumbes, el presupuesto para atender la emergencia es de poco más de S/58.3 millones y el avance presupuestal es de solo 7.9%.
Lambayeque tiene asignados alrededor de S/22.9 millones, pero su desembolso hasta ahora es de 8.5%. En tanto, Piura tiene S/85.4 millones y un avance de 20.4%, y La Libertad cuenta con S/15.06 millones y 24.6% de gasto.
Hace unos meses, el ministro de Defensa, Jorge Chávez, advirtió que, según la Comisión Multisectorial Encargada del Estudio Nacional del Fenómeno de El Niño (Enfen) y organismos internacionales, este desastre llegaría entre diciembre de este año y el primer trimestre de 2024, afectando principalmente a Tumbes, Piura y Lambayeque.
FALTA CAPACIDAD
El presidente del Consejo Privado de Competitividad, David Tuesta, explicó que uno de los problemas que se presentan con la ejecución presupuestal es la falta de capacidad para desembolsar los recursos públicos.
“Esto ha venido sucediendo en todo lo que es ejecución pública, no es distinto si se le pone la palabra ‘emergencia’. Es como un niño, si le pones la palabra ‘urgente’ después de ‘tarea’, no significa que lo hará más rápido. Lo que sucede es que no hay capacidad mínima para realizar un expediente técnico”, resaltó.
Esto demuestra, según explicó Tuesta, que hay debilidades estructurales en el sistema, y que “hay una descentralización mal hecha en nuestro país”.
No obstante, también advirtió que no necesariamente porque una autoridad desembolse el recurso de manera inmediata significa que lo está haciendo mejor, “pues lo que se requiere es hacer las cosas con cierta solvencia y a veces lo rápido es enemigo de las cosas bien hechas”.
“Hay que entender que a veces el dinero no soluciona las cosas, porque si no tienes gente que sabe o que puede montar un proceso mínimo para que esto marche bien, pasará lo que está sucediendo, que es preocupante. Además, hay que considerar que una buena obra de prevención se hace con mucho tiempo de anticipación”, añadió.
Por su parte, el exviceministro de Economía, Carlos Casas, coincidió con Tuesta en que no hay personal calificado en las regiones para encargarse de las tareas, pese a la urgencia con que se necesitan las obras para prevenir y responder ante desastres naturales.
“Este es un problema que hay en la inversión pública, que no existe un sentido de urgencia, pero yo no le echaría la culpa solo a los gobiernos regionales y locales, también el central tiene una tarea pendiente”, aseguró. Precisó que muchas veces no solo hay una incapacidad para saber gastar, sino también miedo para llevar a cabo los procesos, problemas para presentar proyectos adecuados, además de una falta de desembolso desde el Ejecutivo.
PENDIENTE
¿Qué se debe hacer? Para Tuesta, si bien es necesario contar con funcionarios calificados, esto es algo que se debe trabajar con tiempo.
En el caso de la atención de la emergencia, señaló que es necesario que “se dejen de lado las normativas y regulaciones respecto de la ejecución a nivel descentralizado y que se use el presupuesto de la forma más expeditiva posible”.
“Se requiere una norma de emergencia para agilizar y que se utilice el presupuesto de la forma más expeditiva posible, quizás, a través de un esquema centralizado, al menos por la emergencia, y que alguien de carácter central tome el toro por las astas en vez de estar esperando que la región haga las cosas”, precisó.
DATOS
Según datos del BBVA Research, el Fenómeno de El Niño de 1982-1983 tuvo un impacto de US$3,283 millones (11.6% del PBI anual de ese entonces).
En el evento que se desarrolló entre 1997 y 1998, el golpe económico fue de US$3,500 millones (6.2% del PBI anual).
El Fenómeno de El Niño de 2017 tuvo un impacto de US$6,261 millones, lo que representó el 2.9% del PBI.