El último viernes la Comisión Multisectorial encargada del Estudio Nacional de El Niño (Enfen) advirtió que no solo se espera que las condiciones de ese fenómeno se prolonguen hasta el invierno, sino incluso que podrían tener una magnitud mayor a la prevista hasta ahora.
Esa comisión estima que hay cerca de un 50% de probabilidad de que dicha anomalía climática alcance una magnitud fuerte en el presente mes, mientras que entre mayo a setiembre las posibilidades de que mantenga ese nivel se reducen a entre 25% y 40%.
Pero, a la vez, entre mayo y setiembre se incrementa entre 60% y 65% la probabilidad de que El Niño tenga una magnitud cálida moderada. El Niño Costero del 2017 tuvo una magnitud moderada.
Para el segundo trimestre del 2023, el Enfen pronostica lluvias superiores a lo normal, especialmente en este mes, en la costa norte y centro, así como en la sierra norte y centro occidental del país. Además, prevé que algunos ríos de la región hidrográfica del Pacífico Norte (costa norte) y centro presenten caudales encima de lo normal.
¿Qué riesgos puede traer El Niño en el segundo trimestre?
Ante los pronósticos del Enfen y con base en el informe técnico del Senamhi, el Centro Nacional de Prevención de Riesgos de Desastres (Cenepred), adscrito al Ministerio de Defensa, elaboró un escenario de riesgos por superávit de lluvias para el periodo abril – junio del 2023.
De acuerdo con ese escenario, existen condiciones para que las precipitaciones pluviales previstas sobre lo normal pongan en riesgos entre alto y muy alto a más de 12 millones de personas, de ser afectadas por inundaciones y movimientos en masa, sobre todo en 16 regiones.
En nivel de riesgo alto de ser afectados por movimientos en masa (deslizamientos, derrumbes, caídas de piedras, avalanchas de rocas y detritus, y huaicos), se encuentran 2,399,501 personas, en 21,402 poblados.
Ese nivel de riesgo se extiende a 24 regiones, pero con mayor incidencia en la región Lima, donde más de 414,000 personas pueden resultar afectadas, seguida de las regiones Cajamarca, Ancash, Arequipa, entre otras.
A su vez, en nivel muy alto de riesgo se encuentran 1.3 millones de personas que viven en 17,553 centros poblados, particularmente en las regiones de Piura, Ancash, Huánuco y La Libertad, y, en menor medida, en otras regiones.
Es decir, en total hay 3.7 millones de personas con riesgos entre alto y muy alto ante movimientos en masa, así como también más de un millón de viviendas.
El mayor riesgo es el de inundaciones
No obstante, los mayores peligros los podrían generar la ocurrencia de inundaciones, que -según Cenepred- podrían afectar a 8,399,714 personas, así como a 3,195,444 viviendas, en más de 7,400 centros poblados, con niveles de riesgo entre altos y muy altos.
En este escenario, las zonas del país con mayor riesgo de inundaciones se ubican en la costa norte, en las regiones de Piura, Ancash, La Libertad y Lambayeque, pero también hay riesgos altos y muy altos para Loreto, Madre de Dios y Ucayali.
Dentro de estas áreas se identificaron un total de 559 puntos críticos y 39 zonas críticas por inundación registrados por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el INGEMMET, respectivamente.
Hoy esas regiones ya se ven azotadas por lluvias intensas, de las que hasta ahora se responsabiliza a las secuelas que dejó el ciclón Yaku, que empezó a causar estragos a mediados de febrero.
El Cenepred pidió tener en cuenta que los ríos desde Tumbes a Ica podrían continuar manteniendo caudales con niveles de alerta ante posibles desbordes e inundaciones.
Además, señala que la existencia de puntos y zonas críticas muestra el posicionamiento de muchos centros poblados en lugares altamente susceptibles a la ocurrencia de lluvias, lo que genera no solo riesgos a la población sino a infraestructuras de servicios básicos como salud y educación.
Riesgos también para el agro
Senamhi indicó a Gestión que las altas temperaturas y lluvias superiores a lo normal, en el periodo de abril a junio próximo, podrían afectar no sólo cultivos para consumo interno, como el arroz, mangos y hortalizas, sino también a la caña de azúcar (que se procesa en ingenios en el norte para la producción de azúcar).
“Para los campos de caña de azúcar de la costa norte y central, no se descarta la formación de inflorescencias, lo que disminuiría su rendimiento”, refiere esa entidad.
Para las hortalizas como brócoli, coliflor, lechuga, apio, tomate, entre otras de la costa central, no se descarta una disminución de su calidad debido a la floración prematura, una escasa formación de sus reservas y una mayor incidencia de plagas y enfermedades, indica la entidad.
“Para los frutales de la costa central y sur, como vid para pisco, manzano, pera, pecano entre otros caducifolios que se encuentran próximos a iniciar el periodo de descanso vegetativo; es probable que la próxima temporada de floración tenga lugar con una mayor dispersión y desuniformidad, debido a las temperaturas cálidas previstas, lo que afectaría el manejo agronómico y la producción”, refiere.
Para los sembríos de arroz en curso de la costa norte (campaña 2022-2023), que se encuentran en periodo vegetativo, las temperaturas cálidas y alta humedad promoverían el crecimiento de las plantas.
Sin embargo, indica el Senamhi, las condiciones termopluviométricas previstas en abril – junio, podrían retrasar las labores de cosecha de arroz. Asimismo, no se descartaría un incremento de problemas fitosanitarios asociados a la alta humedad como la pyricularia, la hoja blanca, entre otros.