Con el propósito de avanzar hacia el cierre de la brecha de acceso al agua potable y saneamiento, el Gobierno realizó un anuncio significativo esta semana, al destinar 8,474 millones de soles a la ejecución de 262 proyectos. Esta inversión histórica, que beneficiará a 2.5 millones de peruanos, representa un compromiso claro por garantizar un derecho humano fundamental y mejorar la calidad de vida de millones de ciudadanos.
Sin embargo, a pesar de este importante avance, la realidad es que la demanda de agua potable y saneamiento continúa siendo enorme.
De acuerdo con el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), más de 3 millones de peruanos aún carecen de acceso al agua potable y 7.2 millones no cuentan con servicios básicos de saneamiento, una situación que afecta principalmente a las poblaciones rurales y periurbanas. Estas cifras revelan la magnitud del desafío que enfrentamos y la necesidad de redoblar esfuerzos para garantizar el acceso universal a estos servicios esenciales.
Esta inversión representa un hito en la lucha por el acceso al agua, pero es solo el comienzo. Para cerrar la brecha de manera definitiva se requieren inversiones adicionales por un monto aproximado a 120,000 millones de soles. Esta cifra puede parecer abrumadora, mas es una inversión necesaria para garantizar el desarrollo sostenible del país y mejorar la salud y el bienestar de la población.
El acceso al agua potable y saneamiento no es solo una cuestión de infraestructura, sino también implica la necesidad de fortalecer las capacidades de gestión local, garantizar la sostenibilidad de los servicios y promover la participación ciudadana en la toma de decisiones. Solo por medio de una gestión integral y participativa podremos asegurar que los beneficios de estas inversiones perduren.
La pandemia del covid-19 puso de manifiesto la importancia crítica del acceso al agua potable y saneamiento para prevenir enfermedades y proteger la salud pública.
El lavado de manos con agua y jabón es una de las medidas más efectivas para prevenir la propagación de virus y bacterias, y sin acceso a agua limpia esto se vuelve prácticamente imposible.
Además de los beneficios para la salud, el acceso al agua potable y saneamiento tiene un impacto positivo en otros aspectos de la vida, como la educación, la productividad y el desarrollo económico. Cuando las comunidades tienen acceso a agua segura, los niños pueden asistir a la escuela con mayor regularidad, las mujeres tienen más tiempo para dedicarse a actividades productivas y las familias pueden mejorar su calidad de vida.
Por lo tanto, la inversión del Gobierno en proyectos de agua y saneamiento es una noticia alentadora, pero es solo el primer paso. Para garantizar el acceso universal a estos servicios básicos es necesario un esfuerzo sostenido y coordinado de todos los actores involucrados: el Gobierno, el sector privado, la sociedad civil y la ciudadanía.
Solo trabajando juntos podremos construir un futuro más justo y equitativo para todos los peruanos.