Sáb. Nov 30th, 2024

Estrategias para Prevenir el Desabastecimiento de Agua en la Industria

La posibilidad de una futura sequía que afecte la disponibilidad de agua en Lima no es una preocupación menor. Este escenario figura entre las potenciales amenazas que podrían restringir el uso de fuentes de agua subterránea, especialmente para fines industriales, priorizando el abastecimiento poblacional. La industria manufacturera limeña, que depende en más del 80% del agua del subsuelo, podría enfrentar serias dificultades. Por ello, es crucial promover una estrategia de uso eficiente del agua para prevenir la sobreexplotación de los acuíferos de los ríos Rímac, Chillón y Lurín. Esto plantea preguntas importantes: ¿Está la industria utilizando el agua de manera racional? ¿Es posible optimizar su consumo? La Sociedad Nacional de Industrias (SNI) tiene un papel clave en el desarrollo de una estrategia para un consumo sostenible del agua.

El primer paso para abordar este problema es que cada subsector industrial establezca sus propios estándares de uso de agua. La SNI podría liderar un proyecto específico, con asistencia técnica externa, para definir estos estándares y luego solicitar a las empresas que se comparen con estos benchmarks. Por ejemplo, el subsector de alimentos, que utiliza más de 11 millones de metros cúbicos de agua al año y depende en un 90% del agua subterránea, puede beneficiarse de esta estrategia. En Gran Bretaña, un estudio reveló que una empresa típica del sector alimentario usa el agua principalmente en procesos de producción (31%) y en el producto final (14%), con pérdidas también representativas (14%). Conocer estas proporciones es esencial para establecer estándares en cada subproceso.

En segundo lugar, cada empresa debe desarrollar un plan integral para el uso eficiente del agua. Existen guías que proponen siete pasos para lograr esto. Primero, se debe obtener un compromiso por escrito de la gerencia para fomentar el uso eficiente y sostenible del agua. Segundo, es necesario nombrar un gerente de agua que se encargue de buscar eficiencias, gestionar presupuestos y liderar iniciativas de ahorro.

Tercero, es crucial entender cómo se gestiona el agua y la energía en cada empresa. Esto incluye determinar cómo, dónde y cuándo se usa el agua en el ciclo de producción, realizar auditorías del agua, inventariar equipos para conocer el consumo de agua, e identificar costos adicionales como el tratamiento químico y la energía.

El cuarto paso es identificar oportunidades para mejorar el uso del agua. Luego, se debe establecer una meta de ahorro realista, comparando el desempeño con el benchmarking del subsector. El sexto paso implica desarrollar una estrategia para reducir el uso de agua, como el mantenimiento preventivo, la revisión de prácticas internas y la reparación oportuna de fugas. Finalmente, el séptimo paso es integrar a los empleados y clientes en el proceso de cambio, comunicando claramente la estrategia, objetivos y metas, y fomentando su participación activa.

Además, el gobierno, a través de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), debería implementar un sistema de clasificación o «Water Rating» para reconocer públicamente a las empresas según su eficiencia en el uso del agua. Este sistema podría otorgar un sello con estrellas, donde más estrellas indican una mayor eficiencia. Las empresas que mejoren su puntaje podrían recibir beneficios como tarifas reducidas por el uso del agua y la disposición de agua residual.

El puntaje de eficiencia debería ser visible no solo dentro de la empresa, sino también en la fachada externa de los locales auditados y verificados por la ANA. Este reconocimiento podría incentivar a las empresas a adoptar prácticas más sostenibles.

Si el sector alimentario, por ejemplo, lograra ahorrar solo un 5% del agua que consume, esto representaría un ahorro de 3 millones de metros cúbicos y una reducción anual de aproximadamente S/100,000 en facturas de agua. A este ahorro directo se sumaría una reducción en el consumo de energía asociada. Si todos los subsectores de la industria, que consumen cerca de 60 millones de metros cúbicos de agua, implementaran estas prácticas, el costo de establecer proyectos de benchmarking sería compensado por los beneficios financieros y el bienestar social. Los 3 millones de metros cúbicos ahorrados, por ejemplo, podrían abastecer a 15,900 hogares durante un año, suponiendo un consumo de 150 litros por persona al día.

En conclusión, es fundamental que el sector industrial en Lima, como principal consumidor de agua subterránea, y la ANA impulsen una iniciativa para optimizar el uso del agua. Dada la amenaza de estrés hídrico y la posible sequía futura, esta iniciativa podría ser crucial para asegurar un equilibrio entre el abastecimiento de agua para la producción y el consumo humano.

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